Es fácil, un iceberg tiene una parte visible y una base invisible más grande que la parte visible. Aplicada al autismo esta teoría nos dice que las conductas autistas, que es lo que nosotros podemos observar, son el resultado de unos déficits que subyacen y que son los que debemos comprender para tratar de incidir en las conductas alteradas.
Así, teniendo en cuenta el ejemplo concreto anotado en el iceberg, debemos hacer incidencia en la dificultad para entender el lenguaje receptivo verbal utilizando por ejemplo, apoyos visuales que refuercen la comunicación y ayuden al niño a captar el mensaje que intentamos transmitir. Si sólo atendemos al "no hace caso", acabaremos entrando en una dinámica de castigos o establecimiento de límites más rígidos, aún más difíciles de entender para un niño con trastorno autista, lo que conlleva un empeoramiento de la conducta (reforzamos de esta manera el "no hace caso").
En todo trastorno del espectro autista hay tres grandes esferas de dificultad:
- La interacción social.
- La comunicación verbal y no verbal.
- Los intereses restringidos.
A partir de aquí, nos encontramos con diferentes grados de afectación, desde la más leve a la más grave. Evidentemente, la afectación grave es muy clara. Son los casos que se diagnostican temprano. La afectación leve suele tener un diagnóstico tardío. A veces llegan a la consulta de logopedia después de un periplo por diferentes centros y con diagnósticos parciales. El hecho de no contemplar su gran afectación en cuanto a interacción social (cuando el diagnóstico es erróneo), lleva a estos niños y a sus familias a una dinámica alterada que pone en peligro la unidad familiar.
El error diagnóstico viene dado cuando nos encontramos con un niño que es sociable en cuanto que le gusta la compañía, la busca, sonríe, puede mantener la mirada del otro .... Pero, por ejemplo vemos que el niño juega con otros si se hace lo que él quiere y si no prefiere estar sólo y esto no le supone ningún problema. El lenguaje es usado de manera inusual ya que puede convertirse en una barrera para la comunicación. Al no entender los imputs verbales "se porta mal" y se entiende entonces que el niño tiene un problema primario de conducta y no un problema de conducta secundario a un déficit de comprensión del lenguaje receptivo. De ahí la importancia del diagnóstico.
Llegan muchos niños diagnosticados como TDAH pero debemos tener en cuenta que practicamente todas las dificultades de aprendizaje llevan asociado un déficit atencional con o sin hiperactividad. ¿Quiere decir esto que todos los niños son hiperactivos? No. Ese es el error. El TDAH primario no es tan habitual. El secundario a otro déficit es, sin embargo, bastante más numeroso.
Volviendo al TEA (trastorno del espectro autista) con afectación leve, veremos que muchos de estos niños tienen una hiperactividad asociada. Entonces el error diagnóstico está servido.
Centrémonos pues en la teoría del iceberg: hace falta buscar lo que subyace en todo síntoma. Podríamos así, evitar muchos errores diagnósticos y enfocar la reeducación adecuadamente. Un TEA no responde bien a un tratamiento conductual. Se debe incidir principalmente en la esfera de la comunicación y de la empatía (parte sumergida del iceberg) para poder regular su conducta (parte visible del iceberg).
El error diagnóstico viene dado cuando nos encontramos con un niño que es sociable en cuanto que le gusta la compañía, la busca, sonríe, puede mantener la mirada del otro .... Pero, por ejemplo vemos que el niño juega con otros si se hace lo que él quiere y si no prefiere estar sólo y esto no le supone ningún problema. El lenguaje es usado de manera inusual ya que puede convertirse en una barrera para la comunicación. Al no entender los imputs verbales "se porta mal" y se entiende entonces que el niño tiene un problema primario de conducta y no un problema de conducta secundario a un déficit de comprensión del lenguaje receptivo. De ahí la importancia del diagnóstico.
Llegan muchos niños diagnosticados como TDAH pero debemos tener en cuenta que practicamente todas las dificultades de aprendizaje llevan asociado un déficit atencional con o sin hiperactividad. ¿Quiere decir esto que todos los niños son hiperactivos? No. Ese es el error. El TDAH primario no es tan habitual. El secundario a otro déficit es, sin embargo, bastante más numeroso.
Volviendo al TEA (trastorno del espectro autista) con afectación leve, veremos que muchos de estos niños tienen una hiperactividad asociada. Entonces el error diagnóstico está servido.
Centrémonos pues en la teoría del iceberg: hace falta buscar lo que subyace en todo síntoma. Podríamos así, evitar muchos errores diagnósticos y enfocar la reeducación adecuadamente. Un TEA no responde bien a un tratamiento conductual. Se debe incidir principalmente en la esfera de la comunicación y de la empatía (parte sumergida del iceberg) para poder regular su conducta (parte visible del iceberg).
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